Objetivo Principal

El escenario donde hoy se libra la lucha ideológica, es en el ámbito político electoral; por tanto, la batalla de ideas debe librarse a todo nivel, en todo lugar, en todo momento y en cada espacio disponible para desmentir los argumentos detractores de la derecha.

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viernes, 4 de febrero de 2011

Los Caminos Tortuosos de la Democracia en El Salvador.

Fredi Orlando Quintanilla Henríquez[i]                                                                                     

Transcurrían las décadas de los 70´ - 80´ y en El Salvador se vivía una escalada sin igual de violencia social. La dictadura militar aún se mantenía vigente desde la época de Maximiliano Hernández Martínez - quien dio golpe de Estado al Presidente Arturo Araujo el 2 de diciembre de 1931 - en función de salvaguardar los intereses políticos y económicos de la clase dominante – la burguesía y la oligarquía terrateniente – pero también, los intereses del imperio en el marco de la guerra fría.
Era prohibido pensar diferente. Quien luchaba y planteaba ideas para la transformación de la realidad estructural impuesta por el sistema capitalista, era perseguido y asesinado. Los fraudes se suscitaban en cada evento electoral para impedir la llegada de gobiernos con ideas progresistas. Así sucedió en 1972 y 1977 arrebatándole el gane a la Unión Nacional Opositora (UNO).
Las guindas[1] de la población por la persecución de la guardia, la policía de hacienda, la policía nacional, la escolta rural y el ejército, se producían permanentemente. Se sumaba a ello las matanzas colectivas (masacres) como la acontecida en El Sumpul, El Mozote, entre otras.
Los líderes y lideresas sindicales eran perseguidos, secuestrados, asesinados o desaparecidos. La intolerancia a las ideas de la izquierda en contra de la injusticia social, la explotación, la represión y la opresión, era evidente con la atrocidad, alevosía  y actos de barbarie que se cometían contra la gente que clamando cambios, salía a manifestarse a la calle.
Los estudiantes universitarios que se atrevían a portar libros con teoría marxista-leninista proveniente de Cuba o la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), y lograban ser capturados por los “cuilios”[2], simple y llanamente tenían asegurado su boleto para ir a parar a las cárceles clandestinas de la policía o la guardia nacional, sufrir las diferentes y macabras torturas, quedar como desaparecido o, morir. Con raras excepciones y por la denuncia a tiempo ante organismos internacionales, lograban ser liberados algunos estudiantes revolucionarios.  
Era la época de la organización popular, de las batallas valientes del movimiento social que no luchaba única y exclusivamente por reivindicaciones económico-laborales-sociales, sino, por la transformación del país. En ese marco, es oportuno recordar al BPR, al FUSS, FESTIAVTCES, FENASTRAS, ANDES 21 DE JUNIO, el FAPU, FECCAS, UTC, AES, MERS, AGEUS, entre otros. Todo ello condujo a la guerra popular revolucionaria que duró 12 años (desde 1980 hasta 1992), y cuanto más se recrudecía la represión, más se incrementaba la lucha, llegándose a convertir en una consigna popular: ¡¡¡A más represión, más lucha!!!
Fueron años de convulsión social y de lucha inclaudicable del pueblo que tuvo que ver derramada su sangre para que germinara la esperanza de cambios sociales, económicos y políticos en El Salvador. Esa historia hace evidente que nada ha sido regalado o concedido por la burguesía y la oligarquía salvadoreña por obra de su voluntad. Los sustanciales, pero insuficientes cambios que se han gestado hasta el día de hoy, han sido conquistados por la lucha tenaz de los y las salvadoreñas; es decir, ha costado dolor, muerte y sufrimiento.     
Así, han transcurrido un poco más de 40 años desde ese tiempo de convulsión social popular y, 19 y unos días más, desde aquel 16 de enero de 1992 en que se firmaron los Acuerdos de Paz en Chapultepec, México, con lo cual se puso fin a la guerra. Y los cambios que se han venido gestando en materia política en la sociedad salvadoreña han sido muy importantes para la vida democrática de la nación, pero aún hace falta mucho camino por recorrer, razón por la cual la necesidad de luchar por la revolución social se vuelve permanente.
En sus inicios – luego de la firma de los acuerdos citados – se percibía un ambiente de incertidumbre, celo, desconfianza y temor a la alternancia política en las diferentes estructuras del Estado. Muchos no creían o se volvían escépticos al proceso de paz que iniciaba en El Salvador y, ese fue terreno fértil para que la derecha del país, que continuaba viendo a la izquierda salvadoreña como su verdadero y potencial enemigo, aprovechara para el montaje de sendas campañas mediáticas que obnubilaran más densamente la conciencia de la población en su conjunto para que el FMLN no cobrara fuerza en el ámbito político-electoral, escenario o vía de lucha que había tomado la decisión de seguir para hacer posible las transformaciones estructurales necesarias y planteadas en su proyecto histórico de lucha inconcluso, en un tiempo más o menos duradero.
Y la lucha se ha mantenido constante hasta el momento en el escenario político. En días recientes – 1 de febrero de 2011 – asistimos a un nuevo evento que marca significativamente la historia política del país: la toma de posesión en calidad de Presidente de la Asamblea Legislativa del Diputado del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, Sigfrido Reyes.
Durante el conflicto armado y después de la firma de los Acuerdos de Paz – tal como se ha descrito con anterioridad – esto era impensable en la cabeza de los acérrimos e históricos detractores del Partido de Izquierda, el FMLN. Pero el pueblo salvadoreño ha ido madurando paulatinamente y otorgando su voto de confianza a este Partido de innumerables batallas en pro de la justicia social, la democracia participativa y la paz duradera, para la conducción de los designios políticos, económicos, sociales y culturales de este país.
Ese primer acto de valentía se vio configurado el 18 de enero del año 2009 al convertir al FMLN en la primer fuerza política de El Salvador con un margen de diferencia de 90, 830 votos en la votación para Diputados y Diputadas, lo cual hizo posible ganar 35 escaños en el Parlamento y, de 20,328 votos en la contienda para Alcaldes y Alcaldesas (acumulando un total de 96 alcaldías); esto, por supuesto, en comparación a los votos obtenidos por su principal enemigo político – el partido ARENA – representante de los intereses de la burguesía y la oligarquía salvadoreña.
Esos resultados legitimaban al FMLN para asumir la Presidencia de la Asamblea Legislativa por ser la fracción política mayoritaria, tal como estaba redactado en el Reglamento Interno del primer Órgano del Estado; pero las artimañas de la derecha no se hicieron esperar creando los artilugios necesarios para impedirlo antes que se instalara la nueva Asamblea el 1 de mayo de 2009.
Luego, el pueblo salvadoreño en su mayoría, convencido de la necesidad de cambios, volcó toda su confianza en el FMLN y lo catapultó, con su voto, a la Presidencia de la República con Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén a la cabeza, el 15 de marzo del mismo año. Este fue otro duro golpe político nacional e internacional para la derecha salvadoreña que veía perdida la cereza del pastel que por largos años había estado saboreando.
Fruto de ese golpe asestado al partido ARENA – máximo representante de la derecha salvadoreña – en los comicios desarrollados en el 2009, se aceleró en su interior una pugna de poder y de señalamientos de culpa por la derrota electoral sufrida, que produjo una fractura y división política de considerada proporción dando origen a un nuevo partido de derecha que se autodenominó: GANA (Gran Alianza por la Unidad Nacional), al cual se sumaron 14 diputados de los 32 que habían ganado en las elecciones del 18 de enero y que, en los últimos meses del año 2010, se incrementó a 16 con la fuga de otros dos diputados del PDC (Partido Demócrata Cristiano).
Esa pugna intestina debilitó políticamente a ARENA y modificó la correlación aritmética y de fuerzas al interior de la Asamblea Legislativa, dejándola al margen de los nuevos acuerdos políticos que se gestarían en lo sucesivo, de donde derivó el pacto-protocolo de compartir la Presidencia de la Asamblea entre dos partidos políticos: el PCN con el diputado Ciro Cruz Zepeda a la cabeza (quien había sido nombrado con la maniobra de modificación al Reglamento Interno) – del 1 de mayo de 2009 al 31 de enero de 2011 y, el FMLN, con la figura del diputado Sigfrido Reyes – del 1 de febrero de 2011 al 30 de abril de 2012 –.   
Indudablemente que los últimos eventos políticos acontecidos en El Salvador revelan crecimiento en esta todavía débil democracia salvadoreña, pero que paulatina y gradualmente se va fortaleciendo pese a los intentos recurrentes de la burguesía de frenarla y detenerla. Una vez más queda demostrado que cuando el pueblo quiere, todo se puede; y en ese sentido, la realidad misma demuestra cuánta razón tuvo Schafik Jorge Handal al decir que: solo el pueblo salva al pueblo.
El FMLN se ha ido posicionando poco a poco en medio de avances y retrocesos, muchos de los cuales han servido para tomar impulso y continuar tenazmente la lucha, pero nunca para abandonarla.
El actual Presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, tiene por delante, hasta la finalización de esta legislatura, grandes retos y desafíos, los que describe con mucha precisión en el discurso pronunciado el 1 de febrero de 2011 en el Palacio Legislativo en la toma de posesión. ¡¡¡Y vaya coincidencia!!! Justo es la fecha conmemorativa de la muerte de Agustín Farabundo Martí – personaje histórico impulsor de la lucha del FMLN – fusilado por el dictador Hernández Martínez en 1932 a las 7:15 de la mañana; es decir, hace 79 años.
Queda entonces dibujada la huella que marca el camino tortuoso de la lucha, el dolor, sufrimiento y sangre derramada por este pueblo salvadoreño, para poder presenciar lo que a nuestra vista está presente con la llegada de militantes del FMLN a la estructura estatal para continuar avanzando rumbo a la construcción de una democracia socialista; para seguir luchando hasta alcanzar y hacer realidad los sueños por los que luchó Martí, Feliciano Ama, Alfonso Luna y Mario Zapata.
Y muy a pesar que la democracia salvadoreña se ve constantemente macheteada y cercenada por la derecha recalcitrante porque ve amenazados sus mezquinos intereses económicos y políticos, debemos comprometernos a continuar construyendo la verdadera democracia a la que aspiramos sin importar el precio que haya que pagar.      


[1] Huir a la carrera para salvar la vida.
[2] Palabra usada para referirse a los policías.


[i] Miembro de la Directiva Departamental del FMLN, San Miguel, Secretario de Educación Política e Ideológica y Secretario de Organización Social.


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