Reflexiones para conciliar concepciones teóricas marxistas con el mercado informal en la realidad salvadoreña.
|
La teoría marxista hace alusión a dos tipos de clases sociales: las fundamentales y las no fundamentales. En las fundamentales están la burguesía y el proletario, posición que es definida por el lugar y relación que cada individuo ocupa en el proceso de producción de bienes y/o servicios; de ahí que, en el proceso de producción capitalista la burguesía es la dueña de los medios de producción y, el proletario, de su fuerza de trabajo. En las no fundamentales están la pequeña burguesía, las capas medias y el campesinado.
En términos históricos, las clases sociales surgen como consecuencia del excedente de producción surgido en el estadio primitivo a raíz del empleo de nuevas formas e instrumentos de producción y, dicho excedente, fue apropiado por alguien en particular generándose en ese momento la descomposición de la sociedad en clases sociales.
¿Pero qué es una clase social según la teoría marxista? En palabras de Lenin, “las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción, por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y consiguientemente, por el modo en que perciben la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social”.
Lo apuntado en los anteriores párrafos es en sí, la base de la teoría marxista relativa a las clases sociales. Pero el capitalismo ha sido capaz, en los últimos tiempos, de reacomodar y remozar las formas de explotación de la clase desposeída de medios de producción, creando en la conciencia de esa masa humana un conjunto de ilusiones que lo hacen crear para sí y dentro de sí, un estado emocional de conformidad frente a la verdadera realidad de explotación que el sistema capitalista le impone pero que obnubila hábilmente con el uso y aplicación de todas sus herramientas mediáticas e ideológicas, debilitando con ello la conciencia de clase, la conciencia social y la conciencia política, medida con la cual cercena, frena, diluye o difiere, la lucha antagónica de clases.
Para el caso de El Salvador, el establecimiento de las clases sociales se convierte en un acto lleno de complejidades por las diferentes formas en que se produce el acto explotador de los seres humanos en cadenas sucesivas que, por supuesto, no soslayan las formas históricas y fundamentales de explotación planteadas por Marx y Lenin entre la burguesía y el proletariado. Así, por ejemplo, al estudiar y analizar las formas informales de producción (pequeños comercios, ventas ambulantes y estacionarias en los mercados, parques, centro de las ciudades, calles, avenidas, centros turísticos, carreteras, etc.), podría pensarse a simple vista y de forma fenomenológica que ellos no sufren la expoliación del sistema capitalista en lo que a explotación se refiere por ser “independientes” en su forma de producir bienes o servicios; sin embargo, la realidad en términos concretos es otra…veamos.
Los sectores informales y marginales son los que, vendiendo diversos productos en el mercado informal, suplen en alguna medida sus necesidades básicas, lo cual es así por la misma expulsión del mercado laboral que ha generado el sistema capitalista en los últimos años con la entrada en vigor de las políticas económicas neoliberales que han venido a provocar más problemas a la humanidad y a la pacha mama.
Y resulta complejo ubicarlos en una clase determinada por sus mismas características de producción pero que, filtrados a través de la teoría marxista y material histórica, algunos pasan a engrosar las filas de la pequeña burguesía (artesanos, pequeños comerciantes, propietarios de talleres, etc.); otros, al campesinado, que muchos de ellos llegan al mercado informal a vender sus productos producidos en la época lluviosa o seca (maíz, frijol, maicillo, verduras, etc.) y, los hay otros y muchos de ellos que, perteneciendo por base teórica marxista a las capas sociales (intelectuales, profesionales, empleados, etc.), se encuentran en ese proceso de producción informal a causa de la expulsión del mercado laboral a la que se hace alusión en párrafo que antecede; pero desde la perspectiva de la explotación, no dejan de ser explotados por la clase burguesa de forma indirecta en la cadena sucesiva de producción-comercialización.
¿De dónde se deriva la anterior reflexión?
Los considerados pequeños burgueses – según la teoría marxista – necesitan para desarrollar su proceso de producción informal la utilización de muchas materias primas o productos procesados-elaborados que venden las grandes empresas de burgueses oligarcas nacionales o internacionales.
Estas mercancías llevan implícito el germen de la plusvalía que siendo trasladada al mercado informal, posibilitan la acumulación de riquezas para el burgués industrial, terrateniente, comercial o de servicios. Es decir que en esta cadena de producción-comercialización los artesanos, comerciantes, propietarios de talleres, etc. se han convertido en las poleas que mueven y expanden la explotación y el consumo de bienes y servicios de la clase burguesa. Son, podríamos decir, los arrieros de las mercancías producidas por las empresas de la burguesía y oligarquía sin costo alguno, lo cual eleva y acelera sus ganancias.
De la misma forma opera con el campesinado que compra el abono, insecticida, herbicida y todos los insumos agrícolas que le permiten obtener, después de la temporada, la recolección de una buena cosecha; sin embargo, los precios elevados de todos los insumos comprados y utilizados para la siembra de productos agrícolas (a empresas burguesas), las elevadas tasas de interés bancario por los préstamos gestionados para la producción (a bancos de burgueses), más la despiadada estrategia de los acaparadores del mercado – que no dejan de ser burgueses – con la compra de la producción a muy bajos precios para acaparar y sacar al mercado el producto en épocas de escasez para elevar los precios y, por ende, las ganancias, terminan asfixiando la economía del campesino que a la postre no recupera lo invertido en la producción, no paga la deuda al banco que le otorgó el préstamo y termina perdiendo sus tierras por la vía del embargo por mora y/o falta de pago.
Y en el caso de las capas sociales o medias, la historia tiene la misma connotación. En líneas precedentes se ha dicho que la entrada en vigor de las políticas económicas neoliberales han generado una expulsión del mercado laboral a muchas personas intelectuales y profesionales y se han convertido, por razones de subsistencia, en empleados de ese mercado informal. Así, por ejemplo, no es extraño encontrar a administradores de empresas con pequeños negocios con ventas de calzado, ropa, comida u otro tipo de mercancía; los hay también odontólogos, médicos y enfermeras que trabajan para empresas productoras de fármacos como impulsores o visitadores médicos para promocionar y vender los medicamentos, lo cual encarece las medicinas en esa cadena sucesiva de explotación volviéndola cada vez menos accesible para el paciente o enfermo/a.
En consecuencia, nadie se escapa de esa forma diversa de explotación que hábilmente ha venido implementando y expandiendo el capitalismo en sus diferentes crisis económicas suscitadas a lo largo de toda la historia de su existencia para su continuidad, reproducción, evolución y fortalecimiento.
Por eso es que de fondo, el punto convergente y la fuerza gravitacional entre proletarios, obreros, artesanos, pequeños comerciantes, empleados, vendedores ambulantes o estacionarios, etc., es la explotación, el cual es un componente esencial en el sistema burgués capitalista para la generación de riquezas y acumulación de capital… ¡¡¡la explotación se ha diversificado y expandido en diferentes expresiones y modalidades!!!
En tal sentido, la conclusión que puede sacarse de lo analizado y argumentado es que, las clases sociales fundamentales y no fundamentales se sustentan en una relación mucho más simple – en medio de la tal complejidad expresada en los inicios de este ensayo – que sintéticamente se puede reducir a: Explotadores y Explotados.
¿Cómo penetrar en las capas medias, el campesinado, el proletario y los pequeños burgueses para hacerles comprender que también son explotados en esa cadena sucesiva de producción-comercialización de mercancías con el interés político de generar la correlación de fuerzas capaz de derrotar a la burguesía?
Estas y otras son las tareas quizá pendientes para la izquierda que, en lo sucesivo, deberá tomar con mayor ímpetu para continuar acumulando fuerza político-electoral que asegure su continuidad en la Presidencia de la República y la expansión del control estatal con el claro propósito de seguir avanzando rumbo al socialismo.
Por tal razón, el trabajo político con el Movimiento Social y Popular, con el proletario, el obrero, el campesino, profesionales e intelectuales, en fin, con todos, se debe profundizar y no postergar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario