Escrito por: Fredi Quintanilla
24 de septiembre de 2015
La
tecnología celular nos ha rebasado a todos y todas. Los hijos, hijas, padres,
tíos, etc. pasan prendidos más a sus teléfonos celulares para mandar mensajes,
entrar a twitter, facebook, internet, hacer llamadas de corta distancia y
alargadas conversaciones, y sustituido las pláticas humanas que existían antes
del advenimiento del tsunami tecnológico celular y virtual. Todo se ha
modificado, todo ha cambiado. La comunicación ya no es cercana ni humana. Es
lejana aún en la cercanía, distante en la vivencia y existencia humana y con un
elevado coste relacional y económico.
Y
mientras lo descrito en párrafo anterior sucede, los capitales de las grandes
empresas transnacionales aumentan en cifras cada vez más exorbitantes y a
contrapeso de la erosión en la economía familiar. Pero esto último no importa
si se trata de andar el teléfono celular de última generación, el que te sirve
hasta para encender y apagar el televisor, el sistema de luz interna en tu
hogar, la lavadora y no sé cuántos electrodomésticos más. ¡Tienes que estar a
la altura de lo novedoso! Y los medios comunicacionales te inundan la cabeza y
la casa con publicidad y volantes promocionales para que te pongas a tono con
la nueva tecnología para que, como dice hoy en día el grueso de la juventud,
¡estés a otro nivel!
Hoy
no importa pagar $500.00 dólares o más por un celular si este te hará sentir, egocéntricamente, ¡a otro nivel! Tampoco
importa andar dos o más celulares y pagar sumas elevadas mensualmente por 80 ó
más canales de televisión que puedes ver a través del cable o vía microondas
hercianas que, en esencia y consecuencia, más contribuyen a la alienación y no
a la concienciación.
Y
uno no se explica, aunque si entiende, cómo es posible que la gente hable de
crisis económica si no escatima esfuerzo para gastar dinero que, lo único que
provoca, es más acumulación de capitales a las grandes empresas telefónicas
transnacionales. Aparte que dicho dinero acumulado lo exportan como capital
golondrina a sus países de origen, llámese EE.UU, México, Francia, Canadá o
cualquier otro donde radican sus casas matrices, dejando flaca y ordeñada la
vaca en el país sin una inversión que pudiera, de forma retributiva, generar
beneficios a la población usuaria de la telefonía y, en sentido inverso, creando
mejores condiciones de vida a la gente de los países de donde son originarias
estas empresas.
¡Pero
ahí el pueblo no alza su voz! ¡En ese plano no hay mezquindad! ¡Ahí no hay
quejas ni lamentos! ¡La alineación es bárbara y condicionante de estereotipos
anglosajones, léase estadounidense! ¡Impide pensar y reaccionar! Y si no tienes
efectivo… ¿de qué te preocupas?... ¡la tarjeta de crédito te puede facilitar la
satisfacción de tus gustos, ambiciones y necesidades creadas por la publicidad,
aunque después tengas que pagar altas tasas de interés, lo que consecuentemente
eleva los costes de un aparato celular o computacional!
Vista
así la realidad, la publicidad ha logrado su cometido: crear el ICCC (INCONSCIENTE COLECTIVO CONSUMIDOR
COMPULSIVO).
¡Y
vaya que para dar grandes sumas de dinero a las empresas transnacionales no hay
quejas ni lamentos, pero para aportar a la seguridad de su misma existencia, sí!
¡Pero ese es el pueblo salvadoreño, Roque Dalton lo describió muy bien en su
Poema de Amor!
Y
mientras tanto, en el ámbito político estará ocurriendo lo siguiente:
Ø Los partidos de derecha y toda su estructura mediática
aprovecharán la coyuntura para bombardear a la población a efectos de alentar
su descontento.
Ø La Sala de lo Constitucional continuará aletargando el
fallo para mantener congelados los $900.00 millones de dólares en bonos aprobados
por la anterior Asamblea Legislativa, parte del cual estaba destinado al tema
de seguridad.
Ø Los auspiciadores del crimen organizado y el tráfico
de drogas – que por lo general están invisibilizados – continuarán poniendo más
muertos en las calles salvadoreñas para alentar el temor, la angustia y el
resentimiento de la población para crear más caos y zozobra.
Ø Arena continuará negando los votos en la Asamblea
Legislativa para aprobar préstamos con la pretensión de asfixiar económicamente
al Estado salvadoreño e impedir que el Gobierno del FMLN ejecute a plenitud las
políticas públicas establecidas en su Programa Gubernamental ofertado a la
población.
Ø Los grandes empresarios asociados a la ANEP
continuarán evadiendo impuestos y negándose a pagar lo que por ley les
corresponde; tampoco estarán de acuerdo en que se les impongan nuevas
contribuciones porque para ellos el tema de inseguridad que vivimos en el país
les es beneficioso para sus proyecciones políticas y, por tanto, interesados en
maniatar al gobierno para que no tenga márgenes de maniobra para contrarrestar
la escalada de violencia y delincuencia en El Salvador.
Ø Continuará la cantaleta mediática que el FMLN es
“incapaz” o “inepto” para gobernar, con el propósito de sacar réditos políticos
en futuras contiendas electorales que ya están próximas (2018 – 2019)
Nadie,
absolutamente nadie, en su sano juicio, va a creer que los planes, programas y
proyectos se ejecutan sin recursos. Cualquiera sea la idea a ejecutar necesita
dinero para su implementación. Y si el
pueblo y los grandes empresarios exigen seguridad, la mezquindad no es su mejor
contraparte.
El
pueblo y los empresarios deben entender que la contribución económica y
solidaria es vital para caminar juntos en pro de la construcción de una
sociedad mejor a la que hoy tenemos, que es herencia de políticas erradas
ejecutadas por gobiernos anteriores, es decir, por los que hoy son oposición,
los que hoy culpan de todo al actual gobierno de izquierda, le niegan los votos
en la Asamblea para aprobar préstamos destinados a la seguridad y lo señalan de
“inepto”.
En
resumen podemos decir que la pobreza existente en El Salvador no es
necesariamente económica y material, sino, racional. Hay un gran reto por
delante… enriquecer en abundancia la conciencia humana para un mejor
entendimiento de la realidad y su transformación.
Llevar
a elevados niveles de concienciación a la población pondría en aprietos a los
grandes empresarios porque:
·
El pueblo no le
reclamaría al gobierno por las propuestas de nuevos impuestos o contribuciones,
sino, que se alzaría en lucha constante contra las grandes empresas nacionales
y transnacionales que no pagan sus tributos.
· Exigiría a las
grandes empresas que sean responsables y que cumplan con sus compromisos de
pago de tributos.
· Reclamaría al
Sistema Judicial y Fiscalía procesos
judiciales y cárcel contra los grandes empresarios evasores de impuesto.
·
Exigiría que se
deroguen las 26 leyes que permiten eludir pago de impuestos a grandes
empresarios.
·
Reclamaría y
exigiría a la Sala lo Constitucional que apresure un fallo favorable sobre los
$900.00 millones de dólares en bonos para que el Estado salvadoreño disponga de
recursos para invertir en seguridad y desarrollo social tan necesario en el
país.
¿Será
que el pueblo entenderá y despertará racionalmente en esa lógica de lucha?...
La expectativa es que si se puede lograr porque hay experiencia acumulada en
ese sentido, pero hay que elevar los niveles de conciencia política de la gente.
Pueblo…
¡despertad!